"La princesita".

No todo es lo que parece ser. Y aunque éste cuento se titule "La princesita", hablaremos de una chica que se sentía completamente al contrario.

Quizás le gustaban los cuentos, historias que te llevaran a lugares lejanos, grandes castillos, elfos, personajes encantados que formarían parte de su vida, como si lo hubiera recorrido ella misma, pero nunca se ponía en el lugar de la princesa. Eso era para otras.
Ella era toda una aventurera, se sentía libre, nada de esperar en una torre suspirando por el príncipe azul (que acabaría siendo un pitufo...). Le gustaba recorrer el mundo, no solo página tras página que leía cada noche, sino viajar de verdad. La sensación de coger un avión, siempre como la primera vez, esos nervios, esa ilusión, esas ganas. El olor a viaje, a libertad. Ver las caras de los pasajeros, el inventar historias cómo de donde vendrán, que habrán visto o a donde irán...

Pero ella no solo era eso, una lectora soñadora.

También era mujer. Le gustaba prepararse, ponerse su pintalabios más rojo e ir a comerse el mundo. Bailar como si se acabara el mundo cuando empezaba a sonar su canción favorita. Reir a carcajadas. Y al día siguiente entrar a una librería y pasar los dedos por los lomos de los libros. Esnifando el olor a libro nuevo. Porque todo eso forma parte de ella. Porque esa chica eres TÚ.

No tienes que ser solo la chica de la barra, se puede ser la chica de la barra y de la biblioteca.
Leer mucho e ir al gimnasio, de compras, romper corazones y tenerlo roto.
Que no os engañen.
Se puede.